Dando nueva vida a mi laptop

La pérdida de rendimiento de los equipos de cómputo con el paso del tiempo parece inevitable. Las aplicaciones y los sistemas operativos, al irse actualizando, hacen cada vez un uso más intensivo de los recursos del sistema para su funcionamiento. Ello no me parece un defecto, pues es natural que quienes los programan intenten sacarle partido a los avances que el hardware nuevo va teniendo.
Es por eso que desde hace unos meses había sentido que el rendimiento de mi máquina (una Macbook Aluminium, de finales del 2008) no era muy bueno. Probé formatearla y hacer una instalación limpia del sistema operativo y de las aplicaciones.  También seguí distintos consejos que se dan para darle mantenimiento a estos equipos como borrar archivos de caché, archivos sin utilizar, reparar permisos de discos y otros. Cabe decir que precisamente para tener software más ligero me abstuve de actualizar el Mac OS durante años: seguía con el 10.6 (Snow Leopard). Sin embargo, el resultado fue muy discreto. El trabajo seguía haciéndose lento al requerir mucho del sistema, como cuando abría muchas pestañas en el navegador web y corría al mismo tiempo una máquina virtual y alguna otra aplicación. Además, me decidí a probar la última versión del sistema operativo (10.10, Yosemite) y esto lo hizo todo más lento aún, pero, por otro lado, me gustaron los cambios en este sistema operativo gratuito y quería conservarlos o tener una máquina que pudiera funcionar con él.

Consideré durante unos días la posibilidad de cambiar de computadora. Esta me ha servido muy bien y no me ha dado problemas serios, salvo cuando la batería se empezó a descomponer, cosa más o menos normal debido a la cantidad de tiempo que la uso, pero pensé que deshacerme de ella antes de que se acercara a ser obsoleta y conseguir una nueva podría ser una buena previsión. Sin embargo, después de investigar un poco me animé a probar otra idea: actualizar el hardware. Lo primero que se me ocurrió fue añadir más RAM, pero lo que leí en internet me hizo ver que otra prometedora posibilidad era conseguir un disco duro más rápido, pues de ello depende mucho la apertura de aplicaciones y archivos.

Fui a la tienda de Apple más cercana y pregunté cuanto costaría hacer estos cambios, pero me dijeron que la compañía ya la considera una máquina «vintage» y ya no provee partes para reparaciones o mejoras, cosa que me parece ridícula, y tuve que empezar a buscar otro lugar para hacerlo. Finalmente, me decidí a hacerlo yo mismo.

En el centro de la ciudad me conseguí un disco duro de estado sólido (SSD) y dos módulos de memoria de 2Gb cada uno. El SSD es de solamente 128Gb mientras que la computadora tenía originalmente  un disco de 5400 rpm de 160Gb, pero yo no requiero mucho almacenamiento. En estos años no llené nunca ni la mitad del espacio que tenía el original. La memoria que compré es el doble de lo que tenía antes.

ADATA SSD SP2600

Lo primero que tuve que hacer fue «clonar» el contenido del disco duro viejo en el nuevo, para conservar aplicaciones, archivos y demás sin tener que volver a instalar todo desde cero después de hacer el cambio de disco. Probé que la clonación hubiera sido correcta haciendo que el equipo arrancara desde el disco nuevo conectado vía USB. Todo marchó bien, así que empecé con el cambió físico.

Sin título

Con las herramientas necesarias abrí la computadora y cambié las partes. Una vez armada de nuevo, la encendí y arrancó sin problemas. No hice el experimento de tomar con precisión el tiempo que tomaban antes del cambio el arranque y la apertura de aplicaciones, pero es bastante obvio que ahora es mucho más rápido. Ahora puedo abrir las aplicaciones más pesadas que suelo usar en cuestión de pocos segundos y todas se mantienen funcionando con suavidad al mismo tiempo. El sistema genera memoria virtual como siempre, pero casi no recurre a ella y cuando lo hace es más veloz gracias al disco de estado sólido (ver el espacio de intercambio usado en la siguiente ilustración).

Monitor de actividad - Uso de memoria
En conclusión, me parece que la inversión valió mucho la pena. Es obvio que las actividades que requieren de mucho cálculo del procesador no van a ser más rápidas, pero esto es casi como tener una máquina nueva. Seguramente podré seguir usándola muy a gusto por unos 3 o 4 años más, cosa que probablemente hubiera sido imposible sin la actualización. Por si fuera poco, el disco duro que le quité a la máquina quedó para seguirse utilizando como disco externo. Pero bueno, para que no quede solo en palabras, aquí una muestra en video para que el lector pueda apreciar que el desempeño de la laptop es bueno, sobre todo considerando que tiene 6 años y que cuando la compré era de las más baratas de la línea. Nótese que tengo muchas pestañas abiertas en el navegador y que abro una máquina virtual.

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